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Marco Antonio Canini nació en Venecia en 1822. Al terminar sus primeros estudios se trasladó a Padua para cursar Derecho, pero los acontecimientos revolucionarios de 1848-1849 lo alejaron de la universidad para enrolarse en el ejército toscano, no sin que antes hubiese conocido a Niccolò Tommasèo (1802-1874), quien le fue de gran ayuda a lo largo de su vida, y al que hacía partícipe de todas sus ideas y preocupaciones. En 1849 estaba al frente del periódico Il tribuno del popolo, imbuido de las ideas del socialismo francés. Fue detenido y encarcelado, y tras ser liberado, nuevamente encarcelado, y expulsado de Venecia. Pasó una temporada en Roma, donde concibió la idea de fundar una colonia italiana en Texas. De allí pasó a Atenas, donde había un numeroso grupo de exiliados venecianos, y concibió la idea de crear otra colonia en Corinto, de carácter agrícola y comercial. Ninguna de las dos pretensiones cuajó. De Atenas se fue a la isla de Siro (en las Cícladas), donde comenzó el estudio del griego (publicó una antología italiana y una breve gramática con un pequeño glosario italiano-griego). Hacia finales de 1851 o principios de 1852 se instala en Constantinopla, desde donde viajó por Oriente Medio, en 1853 lo tenemos en Malta, y de allí fue a Turín, para regresar a fines de ese mismo año a Constantinopla. Durante la Guerra de Crimea (1853-1856) actuó como corresponsal, enviando noticias, entre otros periódicos a la Opinione de Turín. En 1856 viajó a Valaquia y Moldavia, donde vivió el proceso de unificación rumana, del cual fue un apasionado partidario. Su posicionamiento político en favor de los revolucionarios locales en contra de Austria, le valió ser expulsado en 1859, y se instaló en Milán, sin que decayera su actitud de revolucionario utópico, pues pensaba que los límites de Italia debían ser los de los tiempos de los romanos, los países eslavos, y una zona mixta en el Adriático, en el Véneto. Así llegó a conocer a Cavour (1810-1861), con quien coincidía con la idea de la nueva organización política de Europa, las relaciones con Austria, Hungría y Turquía. Muerto Cavour, Caccia fue uno de los elementos más activos en favor de Víctor Manuel II de Italia (1820-1878), quien le confió la misión de derrocar a Otón I de Grecia (1815-1867, rey desde 1832) para poner en su lugar a Amadeo (1845-1890), segundo hijo del rey italiano, quien terminaría siendo rey de España durante poco más de dos años (1871-1873), pues la idea de Víctor Manuel no era realista, y los acontecimientos en Italia no resultaban favorables. En 1862 intentó establecer una línea marítima entre Génova y el bajo Danubio, que no prosperó, entre otros motivos, por las suspicacias de las autoridades rumanas. Después de acometer algunas iniciativas que no avanzaron, o fueron efímeras, regresó a Roma a finales de ese año, donde no consiguió ser recibido por el rey para tratar de la política italiana con los países que había a su oriente. Y siguió preocupándole la distribución de los Balcanes, de Austria y Turquía, de Grecia, de Macedonia, de Hungría, de los eslavos…, problema que todavía no parece totalmente resuelto. En 1860, Canini se afincó en París, donde se dedicó a los estudios literarios y filológicos, especialmente del italiano, y la política dejó de ser el eje central de su vida, pues los años le pesaban. Aun así, cuando estalló la gran crisis de Oriente (1875-1878), no pudo ser ajeno a ella, y en 1876 fue encargado de formar en Belgrado una tropa de voluntarios. Al año siguiente asistió en Bucarest a la proclamación de la independencia de Rumanía, y regresó a Italia para volver nuevamente a Rumanía en 1878 con la idea de colonizar Dobruja (región situada en el curso bajo del Danubio) con italianos, a fin de evitar la sangría de ellos hacia América, lo que tampoco consiguió, como tampoco logró otras alianzas entre los albanos y los griegos en los años siguientes. Se retiró a Venecia, donde pasó los últimos años de su existencia, no sin dejar de atacar la política italiana hacia Austria. En su ciudad natal recibió el encargo de enseñar rumano en la Escuela Superior de Comercio (1884). Murió en Venecia en 1891.
Canini es autor de varios diccionarios, uno monolingüe (Dizionario etimologico dei vocaboli italiani di origine ellenica con reffronti ad altre lingue […], Unione Tipografica-Editrice, Turín, 1865), otros bilingües (como el Dizionario tascabile italiano-francese e francese-italiano: coll’aggiunta di un vocabolario dei nomi propri e dei nomi geografici, Sonzogno, Milán 1878). A nosotros nos interesa en la BVFE por el Diccionario español-italiano […], de bolsillo, para cuya redacción se basó en el anónimo Nuovo dizionario spagnuolo-italiano e italiano-spagnuolo de 1873 (Oreste Ferrario, Milán). Se lanzó a redactar esta obra debido a que, según su criterio, faltaba un buen léxico español publicado en Italia. Tiene la peculiaridad de indicar la pronunciación de las voces en la parte español-italiano (como iba dirigido a los italianos, resultaba innecesario hacerlo en la dirección italiano-español). En su redacción, dice haber tenido en cuenta los mejores repertorios de nuestra lengua, en especial el de la Academia. En la nota preliminar se lamenta del gran esfuerzo y de los gastos que ha llevado su realización. El libro tiene un «Compendio di grammatica spagnuola», unos modelos de la conjugación irregular en español, con la novedad de que a continuación de cada uno de ellos se enumeran los verbos que se conjugan de la misma manera, y entre las dos partes, una «Tabla de algunos nombres de varones y mujeres que son diferentes en español y en italiano» y otra de «Nombres de países, ciudades montes y ríos que son diferentes en español y en italiano», ambas con las entradas en español, mientras que al final del diccionario aparece un «Elenco d’alcuni nomi propri maschili e femminili» y otro de «Nomi di città, monti, fiumi e paesi», estas con el italiano como lengua de entrada. La sección español-italiano tiene unos 36 000 artículos, y la de italiano-español más de 43 000. El diccionario tuvo, al menos, otra edición en 1883, hecha por el mismo editor y sin cambios, aparentemente.
Manuel Alvar Ezquerra