Vida
Manuel Peredo nació en Ciudad de México en 1830. Fue escritor, periodista, crítico literario, traductor, poeta y dramaturgo. Realizó estudios de Latín y Filosofía en el Seminario Conciliar de México. Se graduó en Medicina en 1859. Su interés por la lengua le llevó a ejercer la docencia en el Colegio de las Vizcaínas, la Escuela Nacional Secundaria de Niñas y la Escuela Normal de Señoritas. Contribuyó activamente a la creación del Conservatorio Nacional de Música y Declamación, arte por el que se sintió atraído y en el que ejerció como profesor de actores, traductor de obras de teatro y autor de guiones. Fue miembro de la Sociedad Filarmónica Mexicana y de la Sociedad Mexicana de Geografía e Historia. Como articulista colaboró en diversas publicaciones tales como El Semanario Ilustrado, El Correo de México, El Siglo Diez y Nueve, El Renacimiento, El Domingo, Revista teatral o La Enseñanza, entre otras. Fue también uno de los fundadores de la Sociedad Pedro Escobedo, un importante centro de cultura médica. Ingresó en la Academia Mexicana de la Lengua en 1875, año de su fundación, ocupando el sillón XII.
Entre sus obras destacan el drama El que todo lo quiere… (1869), Curso elemental de arte métrica y poética (1878) y Breve reseña de la formación, progreso y perfeccionamiento de la lengua castellana (1879) en la que lleva a cabo un repaso de la historia de España desde el Imperio Romano pasando por la formación del romance y los progresos de la lengua castellana que divide en siete épocas a través de las cuales recoge comentarios sobre el progreso o la decadencia de la lengua, cita a los autores más destacados de cada una de ella e incluye fragmentos de las obras de algunos de esos escritores. En la última época (desde el reinado de Carlos III hasta el último tercio del siglo XIX), Peredo destaca la decadencia de la lengua como resultado del mal gusto arrastrado a lo largo de los años y las vicisitudes políticas frente al progreso de la lengua francesa. Habla de los malos traductores a los que se refiere como una plaga que han introducido giros propios del francés, así como sus modismos alejados del castellano. Sin embargo, constata que no faltaron genios encargados de purificar la lengua, así menciona la creación de la Academia de la Lengua, fundada en 1713, y la bondad de sus obras, la Gramática y el Diccionario. Tras las siete épocas hace referencia a la lengua de México que sufrió las mismas vicisitudes que la metrópoli, a las que hay que añadir otra fuente de corrupción, las lenguas indígenas. Destaca una serie de autores mexicanos que se distinguen por su corrección y elegancia, entre otros Quintana Roo, Couto, Iglesias, Pimentel, García San Vicente o Ruiz Dávila. Le siguen varias listas de palabras castellanas tomadas de otras lenguas: latín, griego, godo, árabe, francés moderno, inglés, alemán, italiano, así como voces de las lenguas indígenas de América. También recoge un vocabulario de palabras y frases anticuadas en las que presenta tanto la forma anticuada como la actual. Por tanto, Peredo lleva a cabo un amplio repaso de la evolución, perfeccionamiento y decadencia de la lengua castellana, este especialmente importante en el siglo XVIII y la posterior época de corrección y pureza de la misma. Para ello se centra en los diferentes periodos históricos y también se sirve de la literatura y de los escritores más destacados de todas las épocas que el autor señala. Manuel Peredo falleció en su localidad natal, Ciudad de México, en 1890.
Gloria Martínez Lanzán